Una triste mirada es tan solo momentánea, pero una mirada triste es casi permanente; pues ésta es el reflejo del alma.
El alma refleja nuestro estado de ánimo, y éste se deja influenciar por diversas situaciones anímicas, aunque la mayoría de ellas afectan al corazón o salen desde éste.
Cuando vuelve a nuestra mirada el reflejo de la vida o de la luz del sol, es consecuencia de que estamos en el camino de la felicidad o por lo menos orientados hacía ella. La sonrisa y la felicidad, van parejos y consecuentes con el brillo de nuestra mirada, y para conseguir ésta, no precisamos mucho, sólo una pequeña parte de nuestras pretensiones.